Comunicado
Local

Impulsando la seguridad alimentaria a través de biohuertos comunitarios

  • Estos proyectos se están implementando en lugares estratégicos, donde vive un número importante de personas refugiadas y migrantes. Se han proporcionado capacitaciones continuas para asegurar que sean utilizados de manera constante y sostenible, promoviendo así, el bienestar de todos los miembros de la comunidad.

 

En un contexto de crisis económica, la seguridad alimentaria se ha convertido en una preocupación apremiante en comunidades con una alta tasa de población vulnerable, como las personas refugiadas y migrantes. Como una forma de contribuir a esta problemática, la OIM Perú ha desarrollado el proyecto de los biohuertos comunitarios.

En San Juan de Lurigancho se implementó con éxito el primero de ellos, en el comedor Sin Barreras del centro pastoral San José donde se entregan, en promedio, 70 raciones de almuerzos diarios. En el distrito de Villa El Salvador, se encuentra el segundo biohuerto, en el Centro de Desarrollo Integral de la Familia (CEDIF) Santa Bernardita, que ofrece 120 raciones diarias de desayunos, almuerzos y lonches.

El desarrollo de estos proyectos tiene ciertas consideraciones como, por ejemplo, que deben estar ubicados en espacios seguros para evitar que sean vandalizados y, además, garantizar la calidad de la siembra y cosecha. Los biohuertos, que tienen una dimensión de 150 m2, se realizan en colaboración con organizaciones sociales que demuestren interés en la temática y cuenten con un número suficiente de promotores, tanto de la comunidad de acogida como migrantes, que puedan garantizar la sostenibilidad del proyecto. Dichas organizaciones, además, deben contar con un servicio de comedor dirigido a sectores vulnerables, en particular, comunidades donde vive población refugiada y migrante.

Si bien uno de los objetivos de este proyecto es complementar y enriquecer la dieta de las personas, proporcionando alternativas de granos, hortalizas, tubérculos, verduras, entre otros, producidos por los propios vecinos, los beneficios de los biohuertos van más allá de la seguridad alimentaria.

Durante todo su ciclo de producción, hacen uso de materiales orgánicos y no contaminantes, lo que los convierte en una actividad amigable con el medio ambiente y beneficiosa para la salud de quienes consumen sus productos.

Las actividades relacionadas con la preparación, siembra, cuidado y cosecha de estos espacios proporcionan a quienes participan una valiosa experiencia de aprendizaje. Esto fortalece habilidades como la concentración, la disciplina y el cuidado, al tiempo que fomenta el redescubrimiento y la valorización de conocimientos adquiridos en la infancia o adolescencia, lo que es particularmente significativo para los adultos mayores que migraron del campo a la ciudad y ahora se involucran en agricultura urbana. Además, los biohuertos fomentan la socialización entre personas de diferentes generaciones y nacionalidades que son parte de una misma comunidad.

Cada intervención, desde la preparación hasta la cosecha, tiene una duración de aproximadamente tres meses e involucra a un promedio de 20 a 30 personas, las cuales reciben una capacitación intensiva en temas como la planificación del huerto y siembra, el uso de abonos ecológicos, el control de plagas y el manejo del sistema de riego.

Para el cierre de este año, se espera la implementación de dos biohuertos adicionales en las zonas de Lima Sur y Lima Norte, gracias al apoyo financiero de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado de los Estados Unidos.